Por Leonardo Rial: Un cambio de paradigma económico para las pymes

lunes, 12 de noviembre de 2012


 Como presidente de la sociedad de garantía recíproca más importante del mercado, mi trato con empresarios es diario.

Son dueños de pequeñas y medianas empresas de todo el país, de todos los sectores, y como tales deben tomar decisiones financieras referidas al giro de sus empresas. Cuando cotidianamente comprometen su futuro con inversiones de largo plazo ¿lo hacen a ciegas o ellos ven algo que, en el ruido mediático actual, se nos escapa?

Los empresarios argentinos, en particular aquellos mal denominados “pymes” (ningún empresario es “pequeño y mediano”) han aprendido a sobrevivir en ambientes económicos hostiles. Esto fue una constante entre, por lo menos, 1975 y el fatídico 2001. No es necesario abundar sobre las calamidades a las que tuvieron que sobrevivir, porque las padecimos la mayoría de los argentinos. De allí los empresarios, como todos nosotros, nos hicimos expertos en comportamiento de crisis. Flexibles, pragmáticos, y profundamente desconfiados del largo plazo y la planificación. Una conducta sensata, mientras el ambiente económico se mantuvo refractario a la producción en general y a las pequeñas empresas en particular.

Pero otro tiempo comenzó en el año 2003. Si lo referimos a la experiencia propia, en el 2002 el sistema de garantías, iniciado pocos años antes, estuvo a punto de colapsar. No había crédito, no había bancos, no había proyectos empresarios sostenibles, y todo el esfuerzo estaba puesto en sobrevivir. Desde entonces ya hemos entregado 20.000 millones de pesos en avales, y el 90 % se otorgó del 2003 en adelante. En los últimos dos años, aumentó un 52 % la cantidad de pymes asistidas por el sistema de garantías.

Al sistema de garantías, y a Garantizar SGR, les fue bien, porque a las pymes en general les fue muy bien. Este año logramos un incremento del 16 % en el monto de garantías emitidas, record que se viene superando de año en año y que repetimos en riesgo vivo, crecimiento en el interior o la variante que elijamos. Cualquier parámetro que tomemos de nuestra actividad significa un giro copernicano con respecto a la situación anterior.

¿Por qué ocurre esto, en qué contexto se integra esta realidad? Según datos del Ministerio de Industria, desde 2003 se fundaron 190.000 nuevas pymes. El 60 % fueron generadas por jóvenes menores de 35 años. Argentina registra una actividad industrial casi 10 % superior a los valores pre crisis. Entre 2003 y 2012 ha registrado un crecimiento del 7,2% anual, con lo que el periodo se convierte en el de mayor crecimiento de la economía argentina en toda su historia. Además, registra un crecimiento acumulado del 95 por ciento en los últimos nueve años, en los que ha registrado un superávit comercial de 12.600 millones de dólares promedio anual; se estima que el valor de 2012 será similar. Desde el 2003 al 2012 registramos un 7,5% anual de crecimiento industrial, el más fuerte de la historia, apenas interrumpido por la crisis internacional de 2009. Entre una canasta de datos similares, puede destacarse que somos el sexto exportador mundial de pollos; el noveno exportador mundial de cajas de cambio; el primer exportador de software de América Latina; país líder en biotecnología en la región.

¿Qué nos dicen estos datos duros como tendencia? Que estamos en un ciclo diferente, con paradigmas económicos diferentes, que priorizan el trabajo y la producción Que hay una generación nueva de emprendedores, con vocación de crecer e invertir; que se desempeñan en un entorno que no les es hostil por definición, sino al contrario: las políticas públicas los contemplan y alientan en su vocación de producir.

Como consecuencia de las nuevas reglamentaciones del BCRA, los últimos meses $ 7.000 millones se volcaron al crédito productivo, y en los próximos esa cifra se va duplicar. Como nunca antes, la oferta de crédito de la banca pública está hoy ajustada a las necesidades de las pymes. También habrán de impactar positivamente las reformas impulsadas desde el gobierno para el mercado de capitales, que aportará una masa inédita de fondos destinados al financiamiento productivo.

Todo indica que más y más dinámicos empresarios tomarán crédito, apostarán a la inversión y a la producción con proyectos de largo plazo, que impactarán en todo el tejido económico y social del país. De este modo, silencioso pero continuo, habrá de profundizarse el modelo actual de desarrollo del mercado interno, fomentando la producción nacional, y facilitando tanto el crecimiento de las empresas existentes como la formación de nuevos emprendedores.

Un tejido empresario más compacto, integrado y profesional solo puede traducirse de un modo: más empleo, más mercado, más oportunidades. Cuando las medidas económicas se consolidan en nuevas reglas de juego, su impacto sólo puede leerse de un modo: más previsibilidad, más fondos constantes para financiar la producción.

Cuando los empresarios invierten, entonces, no lo hacen a ciegas, ni se dejan llevar por arrebatos del momento. Juzgan procesos más lentos, menos visibles, pero profundos, que atraviesan nuestro país. Hay políticas de macroeconomía que se han consolidado, que han permitido sanear nuestra economía de una manera inédita, y que han comenzado a diseñar una nueva institucionalidad, una mayor previsibilidad para el futuro.

Esto es un cambio de paradigma que a su vez facilita el despliegue del sector que entendemos clave para lograr un crecimiento sostenido e inclusivo: la pequeña y mediana empresa.

De este modo se fomenta que nuestras pequeñas empresas crezcan a medianas, que ganen escala, profesionalismo, inserción regional. Y a su vez propicien la aparición de nuevas empresas, nuevos emprendedores, para que se incorporen con dinamismo a un tejido productivo e industrial que recién está mostrando su capacidad y competitividad
*Leonardo Rial
Presidente Garantizar

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