PÍCARO PATRIOTERISMO

martes, 15 de julio de 2014



El mundial de fútbol finalizó dejando un sabor agridulce en el paladar de los argentinos. La población de la patria reconoció en nuestro seleccionado el esfuerzo realizado y el inobjetable hecho que encarna el que después de más de dos décadas se volviera a jugar una final del mundo. Claro, la alegría no fue perfecta; la copa del mundo viajo a Alemania, con el dramatismo agregado de haber estado muy cerca del tan ansiado objetivo popular. Una vez más, un manto de frustración cubrió el ánimo de una sociedad que tanto le cuesta salir de una ciclotimia crónica. Un día dioses, al otro día demonios.

El patrioterismo es engaño y deformación del noble sentimiento patriótico; es distorsión fanática y engañosa por pura brutalidad o por burdo engaño para manipular ajenas e inocentes voluntades.

Aparecieron múltiples pantallas gigantes para que la gente pueda ver los partidos de nuestra selección. Como la vida misma, entremezclados, estuvieron los sinceros sentimientos de servicio a la gente con los pícaros atorrantes que detestan lo popular, pero deben sumar votos, entonces, fútbol por todos lados.

Para peor de males, el gobierno nacional y el de la ciudad competían para ver quién es más ocioso. Así ocurrió que no se produjo el encuentro de los miembros de la selección con los simpatizantes que esperaban a nuestro equipo en el obelisco. Según las declaraciones de los futbolistas NADIE les aseguraba una mínima adecuada seguridad para el encuentro popular. Un mensaje desalentador y funesto para dentro y fuera del país. La Nación ARGENTINA NO daba seguridad a sus propios deportistas subcampeones del mundo para entrar en contacto con sus seguidores ¿A nadie le dio vergüenza?

Recordemos que hay muchas batallas por ganar, no sólo la futbolística. Debemos gambetear a la creciente inflación, atajar efectivamente los interminables penales que nos tiran los fondos buitres, y sobre todo, dominar nuestra vanidosa individualidad y aprender a jugar en equipo como Nación soberana.

Aprendamos a diferenciar el necesario patriotismo de la hojarasca muerta y vil del patrioterismo; este no deja de ser una herramienta de los lobos disfrazados de ovejas, de los pícaros que incautan inocentes corazones.

Los desafíos continúan y los logros más sustantivos son aquellos que se gestan en la soledad de nuestra alma, lejos de las fanáticas acaloradas tribunas. Lo cultural no está reñido con lo popular, todo lo contrario, “algo” es genuinamente cultural sólo cuando es acariciado por el alma de nuestros semejantes. Así podemos disfrutar de los goles de Messi como de las aterciopeladas poéticas estrofas de J.L. Borges que tanta belleza siembra en el mundo.

Para los pícaros patrioteros la pelota siempre rueda, como gira la rueda del destino, lo que va vuelve. Trabajemos con serio patriotismo, que significa servicio desinteresado hacia nuestros semejantes.



 Máximo Luppino

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