Hay un papel que llora lágrimas
de tinta oscura. Un documento que huele a desolación y hambre, golpea duro a la
familia, estremece de angustia todo el hogar ¡Llegó el telegrama de despido! Un
silencio hueco y huérfano deja sin aire el corazón del trabajador ¡Quedó sin labor,
lo echaron, no es útil para la empresa, un cachetazo cruel a la autoestima
obrera!
La familia se estremece,
los hijos presienten y se angustian, los rostros sin sonrisas de sus padres los
asustan, los centavos se cuentan con desesperación.
El hambre y la necesidad asoma
sus crueles garras de dolor y sufrimiento.
Un viento anímico árido y
sórdido azota la mesa familiar, los padres no suelen llorar frente a sus
pequeños hijos. Las lágrimas se acrisolan y abrazan fuerte, muy fuerte, la
esperanza de encontrar trabajo pronto.
Más allá de las mesas vacías,
un verde campo de golf es transitado en calma por funcionarios que hablan del “achique
del estado” con profana indiferencia. Lo importante es hacer hoyo en el club de
los poderosos.
Cuando un hombre piensa
en sus semejantes en términos de frías estadísticas, algo anda muy mal en el
corazón del empleador y del funcionario. Mantener y crear fuentes de trabajo es la
primera sagrada obligación de todo gobernante. Sea de cualquier color político,
el empleo dignifica al hombre. Sentirse útil es el alimento indispensable del
ALMA.
Se estima que en 100 días
de “Cambiemos” quedaron sin empleo 120.000 personas entre estatales y privados.
Más grave aún es la “promesa” de continuidad de esta singular modalidad de
brindar bienestar al pueblo.
En este fin de marzo de
2016 se asegura que se despedirán 1.500 trabajadores y la multitud de
desocupados crece.
Cambiemos debe cambiar de
criterios, Tiene que dejar de lado las prosaicas formas capitalistas para
abrazar criterios sensibles, humanistas y patrióticos.
Deseamos una población
con trabajo digno y salarios decorosos a la dignidad humana.
¡Basta de crueles
telegramas de despidos!...
Trabajadores felices es sinónimo
de una Nación próspera.
Máximo Luppino
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