Las cifras y estadísticas suelen poseer un aura de frialdad y distancia que a primera vista nos envuelve en un universo de números y derivadas, alejándonos de las personas dolientes y afectadas por los cálculos indiferentes.
Detrás de una estadística hay mujeres y hombres, familias, niños que son los “censados” en esta sociedad donde las mediciones pretenden esconder el corazón sensible de los que sufren.
El INDEC arrojó una información que sospechábamos, pero la confirmación avivó la llama del dolor: “¡En ARGENTINA, al menos hay 14 millones de pobres!” Es muy fuerte el informe como para pasarlo por alto ligeramente.
Es una patria de pobres dentro de una Nación que busca un horizonte de grandeza e igualdad, que por corrupción e indiferencia de sus dirigentes, le es esquivo.
¡14 millones de mesas vacías, 14 millones de hermanos con un futuro incierto, millones de niños en estado de desnutrición… No es una estadística, es un dolor enorme que muestra la maldad en su expresión más cruda.
¿Cómo juega un niño si el hambre lo azota?
¿Cómo un padre puede vivir viendo su familia padecer hambre?
¿Cómo una madre puede ser feliz sintiendo el dolor de sus hijos?
14 millones, una marea de hermanos que están sufriendo minuto a minuto. Esto duele, es mucho más angustiante que números dibujados en una pizarra gélida.
A los 14 millones debemos ponerles rostros, nombres, corazones ¡Son personas que están ligadas profundamente a nuestras vidas!
14 millones, una vergüenza inconmensurable, una llaga abierta en el corazón de nuestra amada Nación.
14 millones de lágrimas y llantos que nos deben despertar de la indolencia crónica que en algunos periodos históricos caemos.
El hambre 0 parece una burla de campaña electoral. A 10 meses de gobierno, acariciando el primer año de mandato del PRO-Cambiemos, acrecentó la pobreza dramáticamente. Los ricos están más ricos y los pobres en estado de desesperación. Mientras, la clase media lucha por no caer al abismo de la indigencia; lucha por mantener lo que mucho trabajo le dio obtener.
Señores gobernantes, no piensen tanto con “lógica empresarial”. Piensen en términos patrióticos, sientan el lunfardo del pueblo, que en definitiva es el idioma del corazón. Sientan bajo la LUZ sublime del pabellón nacional. No se presten al juego de los “dueños del mundo”. Por DIOS, recuerden que son ARGENTINOS…
Máximo Luppino
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