LA ÚLTIMA GOTA

lunes, 23 de octubre de 2017


Tenemos la nítida impresión de que la última gota de tolerancia está por caer sobre el vaso repleto de pasividad por parte de la gente y el Estado Argentino. 

Hemos repetido en multiplicidad de ocasiones nuestro definido sentir sobre el respeto irrestricto hacia los pueblos originarios. Como cristianos, justicialistas y humanistas acompañamos el proceso de dignificación de las personas ¿Cómo no sentir afecto para con los primogénitos habitantes de nuestra amada Nación?
Ninguna causa que se proclame justa se alimenta del rencor y el odio. No olvidemos que el fin NO justifica los medios y que el camino es parte de la partida y la llegada del infinito destino del hombre.
Las causas justas están empapadas de una belleza conmovedora, como la que se manifiesta en montañas, ríos y lagos de nuestra indómita Patagonia. 
Pero es imperioso marcar la diferencia entre Mapuches y subversivos. Los reclamos pacíficos y lógicos de los “Dueños de las flechas” nada tienen que ver con los encapuchados extremistas que usurpan propiedad del pueblo como lo es el edificio municipal del Bolsón. Unos son manifestantes, los otros son delincuentes de gran peligrosidad. 
Los pertenecientes a La Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) se definen como violentos que odian al hombre blanco y “luchan” por establecer un estado propio dentro de nuestra Nación. Pero para mejor entender señalemos razones puntuales para comprender la gravedad del tema en cuestión.  En vísperas de las elecciones legislativas, el grupo extremista RAM ocupó violentamente el municipio del Bolsón, interrumpiendo la normal actividad de la comuna junto a los servicios que se prestan a los lugareños. Encapuchados y uniformados con atuendos negros pintaron con aerosol una bandera argentina, la cual luego destrozaron. El busto del padre de la patria, el General Don José de San Martín, fue destronado de su sitial para ser arrojado fuera de edificio comunal para luego dañarlo lanzándole ladrillazos y pedradas junto a insolentes y odiosos improperios. 
Si se ataca al padre de la patria se lastima a toda la gran familia argentina. 
La memoria del Santo de la Espada, el libertador de medio continente, el hombre justo y bueno, mentor de una cultura altruista y estoica era mancillado cruelmente. En ese gesto de ceguera necia menospreciaban a la ARGENTINIDAD toda. 
Jones Huala, un líder RAM encarcelado en nuestra patria por destrozos y atentados a personas y propiedades es requerido por la República de Chile por homicidio e incendiar una veintena de camiones junto a demás crímenes. No es un Mapuche, es un criminal. 
Los integrantes del RAM son los que lanzaron bombas incendiarias al batallón 35 de Gendarmería Nacional, los que asediaron poblados de Esquel y flagelaron a puesteros de zonas rurales de nuestra Patagonia. 
Si permitimos apáticamente de forma indolente que estos violentos siembren rencor por doquier las consecuencias serán más dolorosas aún. 
El insultar la memoria del libertador, junto a la quema reiterada de nuestro pabellón nacional, sumado al intento de lastimar policías, puesteros y ciudadanos son causas más que suficientes para que el Estado, de la mano de nuestra Constitución Nacional, actúe.  
Los pueblos originarios son dignos. Los delincuentes extremistas deben ser limitados y combatidos con firmeza y disciplina. 
Nuestros gobernantes deben mirar mucho más allá de la avenida General Paz. La Patagonia argentina, como todo e vasto territorio nacional, posee extensas tierras potencialmente ricas, es codiciada desde hace mucho tiempo por potencias extranjeras. El RAM es funcional a esta apátrida intención de usurpar nuestras riquezas. 
Los destrozos recientes deben ser lo último que se debe tolerar. El intendente del Bolsón realizó sendas denuncias por la violenta ocupación del municipio. Ahora la palabra la tiene la justicia argentina.
¡Honor y gloria al padre de la patria, el General Don José de San Martín!

               Máximo Luppino

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