Las semillas fueron el origen de ese bosque que disfrutamos, lleno de árboles que oxigenan de salud nuestro planeta. Sin semillas no hay árboles, sin bellotas no hay robles, sin amor no hay VIDA.
Nos permitieron nacer, lo menos que debemos hacer es acceder al nacimiento de nuestros hijos. Es tan singular y llamativo que pretendamos negar a nuestra descendencia el derecho que nosotros disfrutamos día a día.
Interrumpir un embarazo es matar la esperanza de una vida que suplica ver la luz del sol de su propia concreción y felicidad.
“Trata a otros como te gustaría que te traten a vos mismo”
La “ley de la selva” parece ser más benigna que algunos criterios abortistas. Negar lo que nosotros tenemos y experimentamos, es de un egoísmo tremendo.
Todo derecho debe ser escuchado y socorrido, incluso el de los inocentes que aún no tiene voz para abogar por su propia maravillosa existencia. La muerte jamás fue, ni será solución a problema alguno. La vida resuelve con su propia mágica impronta lo que a nosotros nos parece imposible solucionar.
En profunda noche de oscura desolación, nos equivocamos y elegimos el “camino corto” que resulta el más tortuoso y largo. Avanzando de frente y a redoblada marcha los inconvenientes encuentran su benigno cause. Ahí vemos las estrellas de luz que regalan belleza infinita a nuestro ser.
Regala tus brazos protectores a ese pequeño bebé que pide amor para poder caminar por la senda de DIOS. Lo que brindamos es lo que recogeremos. La muerte es oscuridad demencial, el nacimiento es luz de amor para toda la galaxia.
Nadie es totalmente “dueño” de sí mismo. Nos debemos a la vida, a nuestros hermanos, a los semejantes que juntos deambulamos los caminos de la sagrada infinitud. En una gran medida nuestra vida cobra sentido cuando desarrollamos la capacidad de ser útiles a nuestros hermanos, cuando podemos proyectar bonanza e inspiración junto a nuestros semejantes.
Desde siempre el NOSOTROS, fue más importante que el sórdido y egoísta YO.
Escucha la súplica del niño por nacer, no lo mates, no lo abandones, ámalo con toda tu fuerza ¡La existencia necesita de tu AMOR!
Máximo Luppino
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