HÉRCULES EN CAMPAÑA, ALFEÑIQUES GOBERNANDO

lunes, 1 de julio de 2019


Alto, musculoso en un contexto ágil y atlético, con cabellos prolijos danzando armoniosos al viento de la aventura, de mirada tierna pero segura a la vez, exuda fragancia de rosas blancas frescas. Así se presenta el gobierno de Cambiemos. Es un producto atractivo, publicitariamente presentado, amplio de criterio, tolerante y democrático, hasta tiernamente inocente. Víctima de los violentos del pasado, te habla como si fuera tu amigo de la infancia, tu confidente y aliado de mil jornadas de traviesas correrías. Pensás: ¡Qué buena gente, qué agradables! 

Claro, esto es una presentación de campaña electoral. Publicidad de laboratorio, milimétricamente calculada, como si fuera la “venta” de un producto ventajoso. En este caso, de ellos mismos. Es el canto dulce de las sirenas del engaño. Es el abrazo lento y envolvente de un gigantesco pulpo marino que apretará a su presa hasta dejarla sin aliento en los umbrales mismos de la más oscura de las muertes. 
¿Acaso cuando llegan a nuestros hogares las facturas de servicio eléctrico, gas y agua no vamos mes a mes quedando con menos aliento económico?
Cuando vemos los precios de los alimentos alejarse vertiginosamente de la mesa humilde de nuestra población y lloramos viendo a los abuelos no poder siquiera comprar sus medicamentos básicos, vemos entonces la REALIDAD. 
Millones de desocupados y sub-ocupados buscan un trabajo que parecen nunca encontrar. Las fábricas se extinguen y los comercios bajan sus persianas de a decenas cada día. 
Los Hércules de la publicidad resultan ser una cruel mentira, un atroz engaño. Son torpes, anémicos, alfeñiques en el maravilloso arte de gobernar para establecer el bienestar de la gente. 
Bueno sería que la energía creativa publicitaria se trasmutara en medidas concretas de bonanza para nuestros hermanos abandonados y carenciados. En trabajo digno para los trabajadores y oportunidades florecientes para los jóvenes de la patria. 
Cuando la distorsión entre lo que se publicita y lo que se ejecuta es tan grande como la que apreciamos a diario nos cabe preguntarnos: ¿Es mala praxis o todo es parte de un plan macabro para colocar a la Nación de rodillas frente al despiadado imperio al que los gobernantes parecen anhelar servir?
“La única VERDAD es la REALIDAD” - diría un gran estadista 3 veces presidente de la Nación. Aquí es cuando tomamos conciencia que el Hércules publicitario es un cobarde alfeñique cuando se trata de defender los intereses de la gente común. 
El pueblo bien merece un básico bienestar como el de poder vivir cómodamente con el fruto de su trabajo, educar a sus hijos con tranquilidad y acompañar a sus abuelos en el descanso bien ganado luego de una vida de abnegado trabajo. 
El Hércules del gobierno nacional se engripó. No posee la fuerza que dice tener. Está abandonado en las amarillentas hojas caducas de un relato irreal. Confió en los sin corazón y los mercados siempre pagan mal. Ahora, en el invierno de sus días, busca renovar la confianza popular. ¿La gente le dará otra oportunidad o el hambre sacudió ya la conciencia nacional?
Los argentinos necesitamos creer y es correcto que así sea. Nuestra Nación tiene miles de ejemplos a seguir. Hay que buscarlos más cerca de nosotros, fronteras adentro, en nuestro barrio y en las cuadras perfumadas de amistad de nuestro vecindario. El progreso lo construiremos nosotros mismos. Sólo hay que exigirles a los gobiernos que permitan a la gente crecer, que no la manipulen ni le roben esperanzas y esfuerzos. 
Mañana será mejor que hoy. Las flores volverán a regalarnos pétalos de confianza y las sonrisas que nuestra gente jamás vendió se dibujarán cada vez con más frecuencia en el rostro límpido y sagrado de los humildes de la patria. 
¡La realidad de la bondad siempre superó por goleada a la ficción extranjerizante de los sin patria!
Ejercicio para la casa, afirmación positiva para que repitan nuestros hermanos gorilitas: ¡Hay felicidad más allá de Miami! ¡Hay dicha fuera de los E.E.U.U! ¡Hay patria!  ¡ARGENTINA ES TU HOGAR! … 
Repetir con FE y en voz alta por lo menos tres veces al día.

            Máximo Luppino

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