GRUPOS DE PODER

domingo, 16 de febrero de 2020


Los poderosos defienden sus privilegios, ya sea con bombarderos y misiles o con trompadas y patadas, depende de la envergadura de su poderío. Cuando la diplomacia fracasa o los encontrados intereses crujen, se asoman en un triste horizonte los cañones, en un trágico empalidecer de la inteligencia humana.  

Lamentablemente, existe el “placer” sórdido de lastimar y someter. Sólo por el abuso de poder y la oscura pasión inferior de “sentirse fuerte” flagelando a un semejante. Es el caso de los rugbiers que mataron en siniestra acción y en cobarde patota a un joven que poseía todo el derecho a vivir y ser feliz. El alcohol y las drogas son aliados incondicional de la insensatez y el mal. Jóvenes hermanados por un noble deporte, como lo es el rugby, bajo la influencia de monstruosos desvíos, finalizan asociados para lastimar y matar. ¡Que trágico episodio que nos enluta como sociedad! 
En una escala macroeconómica, aparece el FMI realizando usura internacional avalada por un capitalismo imperialista que se resiste a abandonar su lúgubre reino de opresión y dolor para con los pueblos pobres del planeta. Al igual que una “manada” de hienas somete a un semejante, en franco abuso de superioridad numérica y de “capacidad” de ejercer violencia, el Fondo Monetario Internacional, con guantes blancos y perfumados de falsedad, mandan al cadalso agónico del hambre y la enfermedad a millones de personas a diario. Un genocidio moderno y cruel que se sostiene con el rugir de los fusiles ¡Sin lugar a dudas, la “patota criminal” del mundo es el FMI! 
Nos aterra el luctuoso episodio de Villa Gesell, y es muy bueno que despierte en nosotros sensibilidad e indignación y compromiso cívico. Pero a la par de esta sana preocupación, no debemos olvidar que detrás del cruel escaparate propagandístico se encuentran los sicarios de la gente de a pie, de los empleados, jubilados y necesitados del mundo. Los que desean condenar por décadas al hambre a países enteros. Sí, hablamos del FMI, los verdugos de las masas populares sojuzgadas en moderna esclavitud. 
Desde que el ser humano pisó torpemente el planeta por vez primera, buscó asociarse con sus semejantes para obtener mejores resultados en sus propósitos. Ya sea para cazar su necesario alimento para subsistir o  unir sus esfuerzos para establecer complejas e intrincadas interrelaciones entre países y corporaciones que marcan el ritmo del desarrollo económico mundial. 
“La unión hace la fuerza”. Esta gran verdad no honrada adecuadamente aún por nuestra querida Nación, posee dos caras contrapuestas. Esto sería: ¿Para qué usamos la fuerza adquirida?  El poder para el abuso es funesto y lacerante. Debemos recordar al Papa Francisco cuando nos recuerda cuál es el destino benigno del poder. Nos dice Francisco: “¡El poder es servicio!...
Al formar asociaciones deportivas, comerciales, de producción o políticas, como de cualquier otra índole, deben estar ancladas en el espíritu de ser útiles a una sociedad que necesita del BIEN como del oxígeno que respiramos continuamente. Las élites siempre fueron peligrosas, ya que encierran un poderío propio que deviene de la suma de voluntades. Sólo lo que el “Bien Supremo” ilumina y rige es digno de seguirse y continuarse. 
Realicemos un despierto culto a la expansión de nuestra conciencia. Con mayor compasión e inteligencia podremos discernir nuestras decisiones con lógica recta. 
Una vez más nos exhortamos a honrar la cultura y la educación en valores éticos trascendentes. Obrando de esta suerte no aparecerán patotas abusadoras criminales, ni organismos internacionales que establecen un “discurso” de ayuda y desarrollo para el mundo, cuando en verdad destruyen el futuro de generaciones ilusionadas con un mañana mejor. 
¡El poder es servicio!
                     Máximo Luppino

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