En la localidad de Olavarría, provincia de Buenos Aires, 400 dosis de la vacuna Sputnik V perdieron su cadena de frío, arruinándose completamente el tan preciado medicamento.
Las preguntas abundan y las respuestas brillan por su ausencia. Sólo un sabor amargo profundamente decepcionante flota en el corazón de los ciudadanos que aguardaban ser vacunados en esos días. ¿Negligencia imperdonable o atentado criminal? Es la lacerante incógnita de fondo.
Un concurso de torpezas y/o situaciones delictivas deliberadas se dieron concurso para deteriorar las tan necesarias vacunas destinadas al personal de sanidad del querido municipio.
Cámaras de vigilancia que “convenientemente” no funcionaban, la consigna policial obligatoria no estaba presente, sumado que los grupos eléctricos de emergencia no fueron activados, más la información de la empresa prestadora del servicio eléctrico de la localidad que informó “que no se produjo corte en el suministro eléctrico” ¿Qué nos queda pensar? De todas maneras si se comprueba una acción deliberada para atentar contra el vital remedio, esto no exime de responsabilidad negligente a algunos miembros de la provincia de Buenos Aires por no cuidar responsablemente algo tan valioso para la salud de las personas.
Eximimos de toda responsabilidad al señor gobernador Axel Kicillof, quien luchó denodadamente para adquirir vacunas para su provincia y que a estas hora se encuentra empeñado en saber exactamente lo ocurrido. Sí consideramos que hay funcionarios provinciales culpables, por lo menos de indolencia delictiva y que deben ser sancionados rotundamente.
Demasiado esfuerzo le costó a la República Argentina adquirir las 300.000 vacunas de la Sputnik V, ante un universo político mundial que busca obtener y acaparar este muevo “ORO de laboratorio”, como para permitir semejante despropósito. Alberto Fernández, como demás funcionarios de salud de la Nación continúa arduas tratativas para obtener vacunas de diversos orígenes para lograr el bienestar de la población…
De pronto se deterioran ni más ni menos que 400 dosis en un pestañeo imprudente e inaudito desde todo punto de vista.
En cuanto al intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, responsabilizó a la provincia del deterioro de las vacunas manifestando: “El cuidado de la Sputnik V es de incumbencia provincial”, olvidando que los beneficiarios de la vacuna son sus propios vecinos, argentinos todos más allá de cualquier latitud.
El espíritu crítico rotundo y manifiesto de Galli, como miembro de “paladar negro” de cambiemos, fomenta especulaciones de todo tipo. Sus ácidos y destemplados tuits contra las medidas de cuidado sanitario dictadas por el presidente de la Nación y por el gobernador generan un incómodo manto de desconfianza sobre el osado intendente.
Argentina carece de solidaridad política tanto como de vacunas que nos protejan del coronavirus. Aún existen dirigentes que parecen no comprender la profundidad mortal de la presente epidemia, la cual aún NO superamos y que el peligro reina monstruosamente en el seno de nuestra sociedad.
¿Cuántas muertes más deben producirse para que algunos comprendan la profundidad de la crisis mundial?
Máximo Luppino
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario