CONTRA TODOS, CONTRA UNO MISMO

miércoles, 1 de octubre de 2014

En los últimos días, el gobierno nacional disparó una serie de acusaciones y críticas que son por demás llamativas, por ejemplo: “Alemania es un país que exporta capitales y, por supuesto, lo que quiere es controlar las economías de distintos países para tener acceso a esos mercados. Luego de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, denunciara una actitud hostil del gobierno germano contra la Argentina al llevar adelante acciones "favorables" a los fondos buitres, Timerman se expresó en el mismo sentido.”

Antes, la presidente criticó  al gobierno de EE UU por abatir sin juicio a Bin Laden.



Es sin dudas una manera muy particular de ejercer la política internacional y de conseguir las tan ansiadas divisas (dólares) que nuestro país necesita. Daría la impresión que muchos funcionarios de alto nivel no dimensionan la diferencia de un “discurso” doméstico para una tribuna fanatizada o cautiva con declaraciones provocativas en ámbitos mundiales donde impera un estilo profundamente diplomático. Dinamitando los puentes de relaciones con el mundo va a ser difícil cruzar el rio de pobreza que surca nuestro país.   Ni hablar de conseguir las inversiones privadas que crearían puestos de trabajo para una desocupación creciente en nuestra Nación.
Defender a Bin Laden, el autor del atentado de las Torres Gemelas y demás crímenes horrorosos significa golpear la sensibilidad mundial y colocarse en un vértice moral-jurídico insostenible.
 Estamos hablando de quien en vida fuera el líder de Al Qaeda, no de un “ladrón de gallinas” posible víctima de una sociedad desconsiderada.

¿Cuál es la razón de una “defensa” de un terrorista de tan tétrico y frondoso prontuario de muerte que él mismo reconociera y reivindicara?

Parecería que el gobierno nacional sólo acepta una sola posición: los que están totalmente a su favor, los demás son buitres, vende patria; cipayos, en síntesis enemigos.
El estar “contra todos”  es una manera de estar contra uno mismo, el mundo es un ámbito de interrelación e interdependencia, no comprender esto es condenarse uno mismo al ostracismo que producen el fanatismo y la obsesión.
Más allá de los discursos grandilocuentes de algunos dirigentes que gozan de una alforja llena de oro, existe un pueblo que es azotado por el huracán creciente de la inflación. Una sociedad que teme por el monstruo de la desocupación.
El deber de los funcionarios es velar por el bienestar de su pueblo, en términos prácticos que la gente tenga trabajo, que el sueldo sea digno, que reine una razonable seguridad para no ser víctimas de una muerte por una zapatilla o un celular. 
Dos realidades que parecen estar divorciadas sin vislumbre de reconciliación en lo inmediato. 
El hambre y la enfermedad no reconocen ideologías, el trabajador sólo desea bienestar para sostener con amor y dignidad la mesa familiar.  
Bin Laden no fue SAN Martin, y nuestra Nación está muy por encima de los caprichos de algunos insensatos dirigentes.

            Máximo Luppino

Publicado por SM Noticias

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