La comúnmente llamada ley del espejo o del reflejo impera constantemente. Podemos comenzar por definirla como: “veo, aprecio y considero en el mundo exterior y en los demás mis propios conceptos y valores”
Seguro nuestros lectores saben de antiquísimos preceptos que nos hablan del universo todo como el de un ESTADO MENTAL del Todopoderoso. Nosotros, hechos a “su semejanza” proyectamos nuestras ideas y edificamos nuestra domestica realidad.
Así es que el crítico desmedido de sus semejantes y entorno nos muestra un grado de insatisfacción con EL mismo. Proyecta sus dolencias en otros.
El tolerante y compasivo aprendió a conocerse y a tolerarse, a superarse con paciencia, esto lo conduce a una armonía con los demás.
Claro que la VERDAD impera, la ilusión es una fracción de la misma, pocas personas se equivocan adrede. Tomamos decisiones creyendo que son las mejores para ese momento que vivimos.
Si nos elevamos por sobre nuestro espejo mental, veremos un poco mas de VERDAD que es “la única REALIDAD”, entonces nuestros pensamientos y acciones serán más límpidas. Están escapando del péndulo acompasado de la atracción y repulsión. En concreto estamos marchando hacia la libertad.
El imprescindible ejercicio del constante discernimiento es un tanto agotador, pero profundamente necesario.
Junto con el amanecer cotidiano dibujemos en nuestro ánimo una GRAN cuota de FE en TODO. Una “media sonrisa” de optimismo en el rostro, con la predisposición a ser útiles al semejante.
Nuestra felicidad se concreta en nosotros en la medida que se materialice en nuestros hermanos. Sembrando buenas obras, compasión y cariño transitaremos por el sendero correcto.
El vaso siempre está medio lleno, nuestra voluntad es infinita, así lo quiere DIOS que está SIEMPRE CON Y EN NOSOTROS.
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