En el mundo judicial existe una legión de trabajadores honestos y profesionales de la ley, versados en los derechos y obligaciones de los habitantes de este argento suelo. Señores de trabajo y límpida dedicación. Pero en la cúspide del poder, en la cumbre más elevada de Comodoro Py, un pequeño grupo de fiscales y jueces parecen más monarcas del privilegio que magistrados de la república.
Apreciamos en las cotidianas noticias que delincuentes reincidentes suelen obtener libertad transitoria o reducción de condenas aun cuando profesionales del servicio penitenciario brindan informes lapidarios sobre algunos reclusos a los que que se les otorgan beneficios NO merecidos por su retardada evolución; o peor aún, son considerados peligrosos para la vida en comunidad. Una vez libres, estos delincuentes se llevan vidas inocentes a las tumbas, propinando toda suerte de dolor a la sociedad.
¿Por qué fue dejado en libertad cuando profesionales de la conducta humana sugirieron lo contrario? ¡Esperamos una respuesta que parece jamás llegar!
Quizás no necesitemos leyes más duras, con que se apliquen con equilibrio las que ya imperan es suficiente para que reine el orden público básico necesario que toda república debe ostentar.
Pero el síntoma más agobiante de la “justicia” nuestra de cada día es cómo algunas causas transitan décadas en los cajones de tribunales, mientras que otras tienen tratamiento rápido y contundente. En los últimos meses un aluvión de detenciones de ex funcionarios del gobierno anterior parecía marcar un nuevo criterio jurídico. Acertada o no, asomaba una “nueva impronta”. Pero en los últimos días algunos reyes de Comodoro Py parecían retroceder raudamente en chancletas y, sin disimulo, las rejas de las cárceles se abrieron para los mismos individuos que muy poco tiempo atrás eran “enjaulados” sin contemplaciones. ¿Dónde está la verdad? ¿En cuál de los fundamentos aparentemente encontrados descansa el derecho? ¿Todos detenidos, todos libres?
Los señores magistrados NO abonan “ganancias”, el resto de los mortales SÍ lo tributamos ¿Se puede administrar justicia siendo beneficiados por tan magno privilegio? ¿No implica esta diferencia sustancial entre el poder judicial y los “comunes del país” una piedra fundacional filosófica de personales prerrogativas que pueden educar a algunos funcionarios en el indeseado “arte del capricho”?
Somos de los que pensamos que a mayor responsabilidad más grande es el ejemplo cívico que debemos reflejar. Los privilegios son cachetadas al sentido de justicia innato en el alma humana.
En ocasiones nuestros magistrados actúan cual soberanos de una monarquía absolutista, una élite dentro de los elegidos del sistema. Faraones ataviados con delicadas túnicas de lapidarios dictámenes afloran como los señores de la cárcel o de la libertad.
La verdad es que la LEY debe estar reinando por sobre TODOS los individuos de una Nación, sin privilegios, ni tiempos electorales que apuren o retrasen sentencias.
Con justicia todo esfuerzo social es motivador para construir la ARGENTINA justa y solidaria que soñamos.
Máximo Luppino
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario