LA JUSTICIA, EL PRESTIGIO DE LA POLÍTICA Y LA LENGUA COMÚN, PILARES DEBILITADOS DE LA NACIÓN ARGENTINA

domingo, 30 de septiembre de 2018


En momentos de incertidumbre amerita reflexionar colectivamente sobre la naturaleza y las características del ataque cultural e institucional que estamos sufriendo, es menester comprender la naturaleza del conflicto al que nos enfrentamos. Una vez más nos encontramos en el umbral de la división y el enfrentamiento entre hermanos. 

El sustrato de incertidumbre y de caos en que vive nuestro pueblo y la falta de dirigentes que porten un mínimo de esperanza, con la sabiduría necesaria para marcar un camino claro hacia la reconciliación nacional, nos impide recuperar la organización popular que es nuestro hábitat común y nuestro único resguardo. 
Se trata de comprender el signo de los tiempos, no se trata hoy, de luchar por conducir hombres, sino de reunirse y darle una conducción al proceso de transfiguración que está viviendo El Movimiento Nacional sin nuestra ayuda, y lo que es aun peor sin que muchos de nuestros dirigentes lo noten. Estamos frente a un viejo conflicto con nuevas características. 
La palabra sensación es uno de los conceptos que en los últimos tiempos adquirió muy mala prensa, sin embargo, el hombre es un ser metafísico, tanto como ser biológico, como espiritual, por lo tanto, aborda la realidad social, es decir, su propio mundo a través de sus órganos sensoriales, justamente sobre estos órganos operan los medios masivos de comunicación, muchas veces apéndices de lobbies internacionales que intentan la disgregación de la Patria torciendo su propio Ser. 
Por ejemplo, La Justicia, bastión y garante de toda comunidad que decida no renunciar a esta categoría y vivir una vida en común y reglada, nota como día a día, su estructura se degrada ante los ojos de sus integrantes. 
La Justicia dejó de ser ciega y ecuánime, para mirar arbitrariamente con un solo ojo, los jueces dejaron de expresarse solo a través de sus fallos y se conformaron en un partido judicial con terminal en el poder de turno, contando con los medios masivos de comunicación como sus cuadros más importantes en la batalla de opinión que se está librando. Sus sentencias son comunicadas masivamente con anterioridad al conocimiento de las partes, dichos fallos se alimentan por lo general de delaciones de delincuentes en fuga, divorciadas de la materialidad del hecho. Así, se manifiesta la mayoría de las veces el partido judicial, tergiversando o exagerando la realidad, logrando crear con este modus operandi una sensación por encima del hecho jurídico, buscando de manera artera la demonización de toda dirigencia ajena al proyecto de gobierno, sea esta dirigencia, gremial, política, o empresarial. Sin dirigencia opositora, no hay política posible y solo sin política se puede sostener una tiranía enmascarada. Con esto no intentamos quitarle responsabilidad a aquellos que lejos de ser servidores de la vida pública, se han servido de ella, pero la generalidad diaria apunta a destruir toda organización que pretenda resistir la injusticia o prepararse para construir una alternativa de poder, donde la justicia deberá ser, su sello distintivo. 
Esto no es una forma de decir, como dice el viejo adagio, para muestra sobra un botón, hoy tenemos denunciados dos excelentes fiscales de la Nación por no pertenecer al partido judicial, y haberse atrevido a denunciar a funcionarios en ejercicio del gobierno actual. Penetrar el blindaje para cumplir con su deber conlleva un costo bastante alto, hablamos del Fiscal Federico Delgado, un fiscal federal estudioso de la filosofía del derecho y del fiscal federal Sergio Rodríguez. 
El Juez federal Claudio Bonadio y el jefe de la AFI (Agencia federal de investigaciones), desplegaron una persecución judicial implacable. 
Es evidente que, medios masivos de comunicación, Jueces acólitos y la conducción política de la AFI, crean un dispositivo de blindaje y persecución muy difícil de sortear por esta débil democracia. 
Cuando “la justicia” deja de tener como sustrato la arena ético-moral y los actores político-institucionales operan sobre el único capital indispensable y necesario que el hombre público debe resguardar, su prestigio, la comunidad pierde la referencia de sus líderes, se crea la anarquía y La nación como tal, empieza a perder su unidad. 
Estos elementos que conforman dicho dispositivo son regenteados por la oficina anticorrupción del poder ejecutivo, la cual se encuentra conducida por Laura Alonso, la cual está sospechada de corrupción junto a su esposo, por el nivel de extorsión que llevó adelante con su fundación “Poder Ciudadano”, instrumento cuyo único objetivo, fue esmerilar a los funcionarios del gobierno anterior. 
No es necesario ser Peronista, para darnos cuenta que estamos en un marco gubernamental-operacional que nos remite a las peores épocas de nuestra historia. Se ha elegido como blanco al peronismo en su conjunto, ya que este es la única oposición a este plan de entrega que porta una tradición nacional, ya que el resto se han diluido. 
La frivolidad y la hipocresía han montado, un falso discurso de purismo y moralina, cuyo su único fin es demonizar toda política de resistencia a la disgregación nacional y de defensa a la dirigencia de la comunidad. 
Cuando el universo que rodea al hombre argentino, lo aleja de su Estado, o este, lo percibe más que como la herramienta que administra su patrimonio cultural y material como su saqueador, y el discurso gubernamental no logra extenderse más allá de su propia órbita, cada vez más reducida, por lo tanto con un claro carácter oligárquico y los signos enviados, a través de su dispositivo intenta obligarnos a leer la política en clave judicial, es menester tomar una distancia prudente para lograr apreciar la realidad argentina bajo nuestras propias categorías de análisis para evitar el macartismo de Estado, donde los poderosos son los buenos y los demás los malos, esto no es una impresión subjetiva, ellos ya están llevando a cabo el juicio, tanto es así, que el acusado es el Movimiento Peronista, y a lo sumo, este puede si colabora con el poder de turno recibir una amnistía, por eso el discurso del poder habla del peronismo como obstáculo 
del progreso argentino o del peronismo perdonable, más claro echémosle agua. A este pseudo-peronismo, nosotros lo llamamos peronismo vergonzante. 
Este abordaje lleva al poder siglos antes de la política. 
Este régimen está basado en el mito, mitos que portan la misma naturaleza que portaban los griegos antes de la época de la polis, por aquellas épocas, cuando el hombre no podían explicar racionalmente el embravecimiento del mar, recurrían al mito de la ira de Poseidón, hoy cuando este gobierno no encuentra respuesta a su mala praxis, tanto política como económica, recurre al Mito de la pesada herencia, del costo laboral o del aislamiento del mundo. 
El Mito es una realidad ficticia con su propia lógica que no permite ser discutida, a diferencia de la política que vive del conflicto y debe legitimarse tanto en su ejercicio como en su explicitación. A este ataque es menester incorporarle la autocrítica del propio campo. Si queda claro que el conflicto que enfrentamos a la deslegitimación de la política, la demonización de la dirigencia en su conjunto, con el fin de la usurpación del poder nacional a sabiendas que la pérdida de poder nacional, termina justificando la opresión, es menester discutir las nuevas tareas del Movimiento Nacional. 
Volver a legitimar la política con mayúsculas, escapar al discurso falaz del costo de la política, para justificar la fuga del dinero de la comunidad administrada por su Estado a las mesas de dinero y la timba financiera, timba que se paga con el dinero de los trabajadores. El peligro es mucho más salvaje que el que se puede notar a simple vista, Si la política no fuera una actividad legítima, la militancia se volvería un acto fácilmente criminalizable. 
Este abordaje nos permite quitar el velo que tapa nuestra sólida verdad, recuperar nuestra lengua común, ya que hoy como nunca antes en la historia, El Movimiento Nacional ha aceptado una lógica y un lenguaje ajeno y funcional a su adversario, hace tiempo que para acordar o disentir, los hombres del Movimiento Nacional han dejado de compartir una misma lengua. Recuperar nuestro lenguaje, nos permitirá salir de la resignación o el sin sentido que el opresor nos intenta imponer. 
como nos enseñara El General Perón: 
“LOS PUEBLOS DEPRIMIDOS NO VENCEN” 
Con todo este andamiaje, se nos intenta quitar lo más sagrado que portamos, La Justicia, el prestigio de la política y el lenguaje propio, hace tiempo que no se habla de Objetivos Nacionales, de liberación o dependencia, de comunidad. La patria panelista nos bombardea con un lenguaje pobre y coyuntural al que nosotros asistimos mansamente y el cual se lleva nuestro tiempo operacional, único recurso no renovable para la militancia organizada. 
Sin lenguaje y quehacer común no hay unidad posible. La fortaleza de la entrega está basada en la dispersión de la resistencia. 
Abandonando nuestra mirada y lengua nacional perderemos para siempre los elementos constitutivos del sujeto histórico político, que desde hace décadas hemos logrado y que hemos denominado “El Hombre Argentino”, un hombre de su época y de su tierra, un sujeto que conoce el secreto de que nadie se desarrolla en una comunidad que no se desarrolla, un hombre que vive en una comunidad nacional, donde el niño antes de nacer y de poder pronunciarlo, ya es por medio de la tradición, un eslabón en la cadena generacional, por la cual queda ligado a su patria, la cual le otorga filiación con el destino común. Estos y no otros, son los elementos a reconstruir para lograr la unidad necesaria que nos permita pasar de la resistencia a la ofensiva, y así volver a tener un Estado que sea la herramienta administrativa del patrimonio de la comunidad y cuya conducción vuelva a las manos de sus verdaderos soberanos. Las nuevas tareas entonces no son otras que volver a reconstruir el hombre argentino y reconvertir la masa en pueblo. 

Jorge Garrido

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