LA GRANDILOCUENCIA DEL G20 Y LA ANGUSTIA MEDIA

domingo, 2 de diciembre de 2018


Lentamente se fue apagando el glamur del G20, dejó un gran bagaje de gestos y señales para audazmente descifrar hacia dónde se dirige el destino del planeta. Vehículos blindados trasladando a los más importantes mandatarios del mundo en el seno de un Buenos Aires militarizado por fuerzas propias y extranjeras. Cual una película de final incierto se respiraba en “La reina del plata” cierta incómoda tensión, contraria a la creativa bohemia propia de nuestra bella ciudad.  

Sin lugar a ninguna duda estos encuentros de los líderes mundiales son positivos, el hecho de que Argentina fuera anfitriona de los líderes planetarios es un hecho destacado en sí mismo.
“Proteccionismo” o “libre mercado” dejaron de ser postras ideológicas para anclarse en las conveniencias circunstanciales del momento que vive una nación. Así es que EEUU se presenta como proteccionista y China, en su lógico afán de vender, propina el libre mercado. 
Donald Trump, quizás el más resistido de los presidentes visitantes exhibió su monumental EGO con desaires y gestos de soberbia propios de su exuberante personalidad. Trump, un gran inseguro con demasiado poder mundano, con un alma desorientada e incómoda que no logra encontrar el “sentido de la vida”. En el otro extremo opuesto al exhibicionismo yanqui, brillaba la humildad humanista del primer ministro Indio, Narendra Modi, quien en La Rural presidió una clase de yoga donde fue ovacionado por más de 5.000 asistentes. Modi sí posee una luminosa claridad sobre los valores del hombre y su trascendencia. 
El presidente Emmanuel Macron visitó una librería, elogió a Borges y pretendió insolentemente arrebatarnos a Carlitos Gardel y al mismísimo Tango. Desafortunada observación de Macron sobre el “zorzal criollo”, el “que canta cada día mejor”, quien es tan argentino como el dulce de leche y la chacarera. El simpático presidente francés desgranaba consejos económicos, mientras en simultaneo Paris estaba siendo víctima de una violenta protesta con fuego por doquier y autos volcados en las calles. Las protestas francesas marcaron el ritmo de huelgas generales en gran parte del planeta, cuesta ser “profeta en su propia tierra” …
Renglones especiales son los acuerdos alcanzados con Xi Jinping y Putin, en este sentido Mauricio Macri acierta al mencionar que “debemos comerciar con todos los países y que esto no implica un alineamiento político con cualquiera de ellos”. El poder chino y ruso es incuestionablemente insoslayable en este universo tan conectado e interdependiente. 
Deseamos destacar la acción de Angela Merkel. La mandataria alemana es una auténtica heroína moderna, sobre sus fuertes hombros descansan muchos logros de la Unión Europea. Si bien Argentina tiene que comerciar con todos, es destacable señalar que fuertes lazos kármicos nos conducen a estrechar vínculos con una Europa acostumbrada a resurgir siempre de sus mal calificadas cenizas. 

La gala del teatro Colón fue un acierto rotundo del Gobierno Nacional y el de la Ciudad, un espectáculo creativo y singular que mostró lo mejor de nuestra tierra y el vibrar emocionado de un corazón argentino. Fue tan especial que las lágrimas ganaron el rostro de un Macri que en general se muestra frio y distante. El G20 en Buenos Aires es un gran” poroto” anotado en la canasta de Cambiemos, Argentina debe interactuar constantemente con el mundo. 
Claro que Mauricio Macri cosecha grandes elogios de mandatarios extranjeros como críticas internas de una clase media asfixiada en su diaria economía. Millones de conciudadanos que ya no saben qué más hacer para vivir con el elemental decoro que impide que los hunda en la ciénaga infame de la pobreza creciente.   
En cuestión de horas pasamos del sutil transparente cristal perfumado del G20 al jarro enlosado y magullado de las barriadas profundas que buscan qué comer. ¿Cómo armonizar estas realidades sin ofender al desocupado y al dueño de una empresa familiar que lucha para no cerrar sus puertas y no despedir a empleados que son ya miembros de su propia familia?
Pasamos del orgulloso lujo nacional del teatro Colón al grosero paisaje de persianas cerradas por falta de trabajo. Aquí está el desafío verdadero de este gobierno y el del que le sucederá, sea del signo político que sea. 
La clase media nacional debe mantenerse y crecer. Se debe facilitar a los más humildes las herramientas adecuadas para engrosar esa clase media que representa un gran fenómeno cultural que llenó de satisfacción a nuestra patria, mostrando la belleza del esfuerzo social por superarnos. 
¡Dios quiera que nuestros dirigentes todos, tanto oficialistas como opositores comprendan que es tan valioso una felicitación de un presidente extranjero como la gratitud de un padre de familia que encuentra empleo digno!

       Máximo Luppino


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