SIN VIRTUD NO HAY NACIÓN

viernes, 1 de febrero de 2019


Las pasiones y los personales intereses sepultan los honestos ideales de servicio y bondad. Más allá de los mal intencionados, que los hay, un gran número de individuos correctos inmersos en el vértigo cotidiano de asegurar el sustento para su familia y progresar en sus conquistas laborales olvidan lo fundamental y pelean por las modestas migajas de la humana existencia. 

El ejercicio de cultivar nuestra capacidad de pensar y comprender es fundamental para expandir nuestra conciencia. Sin saber los días son monótonos y hasta pueden presentarse como “aburridos”. Cuando en verdad nacen mundos y universos de manera constante. Cada persona en sí mismo contiene el infinito hemisferio de la eternidad. 
El patriotismo conjugado como amor al terruño, a nuestra cultura y al ejercicio de propinar constantemente al Bien Común es insoslayable para que una Nación se establezca como tal. 
Claro, retirando gravámenes para el Champan, al mismo tiempo que permitir que nuestros tambos se extingan y que un vaso de leche para nuestros niños sea cada vez más difícil de obtener, no es el camino correcto. La confusión es total en este orden. 
Las mineras retiran nuestros metales preciosos sin tributos propios de salida del país, mientras nuestras nacionales PYMES bajan sus persianas de a decenas a diario por la asfixia impositiva y las importaciones indiscriminadas. Tampoco esto es el sendero del patriotismo que tanto necesitamos. 
Si todos sabemos que la cultura y la educación son las herramientas insustituibles para forjar una sociedad con valores dignos, más justa y noble, y a los docentes se les otorgan sueldos de hambre; es que en verdad gobiernos tras gobiernos se apuesta a la ignorancia y a la brutalidad. 
Familia, escuela y orden social son fundamentales para el desarrollo de una patria con horizontes de grandeza y bienestar genuino para sus habitantes. 
La tan mentada “crisis de valores” se aprecia cuando en medio de una inundación devastadora se repite una y otra vez cuantos miles de millones de dólares se perdieron en la cosecha, y casi nada se refleja de las vidas truncadas, lastimadas, seriamente afectada por la catástrofe. Sólo se lamenta el dinero perdido, la vida de las personas pasa a un insoportable segundo plano. 
Vivimos en un sistema donde un automóvil caro se presenta como más importante que una vida recta y honesta. A partir de esta triste imagen inculcada desde el poder económico, educar en la virtud se torna difícil.
Nuestros próceres fueron patriotas, gigantes de la virtud. Tanto San Martín, como Manuel Belgrano pensaron en términos de Nación, se ofrendaron a sí mismos en el altar de la patria. Retirando sus luminosas imágenes de la moneda nacional no colaboramos con la difusión de sus patrióticas vidas ejemplares. Mucho más cerca en el tiempo, miles de argentinos marcharon a la guerra para recuperar nuestras islas Malvinas, pelearon con valentía singular. Muchos murieron sosteniendo en alto nuestra amada bandera. ¿Tanto valor, tanto amor por la Argentina es vendido por monedas al asesino usurpador? ¡Admiran a un país que dominó a punta de fusil a buena parte de África, la India, entre otros pueblos, y hoy usurpa lo que por derecho pertenece a nuestra República! ¡Qué difícil es entender desde la lógica nacional el comportamiento de algunos gobernantes! 
¡Sin virtud no hay Nación! ¡Sin educación no hay futuro! 
La salida comienza por la FAMILIA y sus valores inherentes en el sacrificio de nuestros abuelos y padres por brindarnos un futuro con mayor bienestar y gloria. 
¡Cuidemos nuestras familias, DIOS nos guarde!

                Máximo Luppino

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