CORONAVIRUS, LADRÓN DE BESOS Y ABRAZOS

martes, 14 de abril de 2020


¡Los besos y abrazos jamás morirán! 
El apretón de manos y la rueda inmortal de mates volverán como un viejo poeta vuelve a fundirse lleno de alegría en los versos dorados e infinitos de sus mejores anhelos. 

El artero virus desea arrebatar la alegría del mundo y más allá del dolor y muerte infame que causa, las sonrisas retornarán al rostro esperanzado de una humanidad que nunca se dará por vencida. El mal posee corta trayectoria. Más pronto que tarde quedará arrollado por la bondad sagrada que los individuos guardan en su inmortal alma. Si el coronavirus emergió de un laboratorio, que DIOS perdone a las desviadas mentes que sirvieron a las oscuras fuerzas del planeta, sólo un corazón carente de luz podría crear tan terrible pesadilla.  
Fábricas deshabitadas, líneas de montajes quietas, comercios cerrados y lo que más pesadumbre ocasiona, aulas sin párvulos, patios escolares en silencio, sin el murmullo angelical de nuestros hijos. El virus inmovilizó al globo terráqueo, lo confinó a un letargo incierto.   
Calles despobladas, con veredas solitarias, dibujan el rostro desconcertado de las ciudades desamparadas del frenético andar de las personas en busca de sus afanes. Las sillas y mesas de nuestros templos urbanos lloran apiladas, solas y esperando que los parroquianos de siempre retornen a su rededor para desgranar anécdotas, cuentos y quimeras de la vida como siempre lo hicieron. Tristes pocillos de café siguen esperando esos labios entusiastas que beben de su fuente el néctar de la metrópoli pujante que ahora aguarda el fin del disgusto crónico. 
Los amigos se extrañan y forjan imágenes colosales de un reencuentro mágico que, DIOS mediante, pronto sucederá, las risas serán insondables en la felicidad de hermanos que jamás debieron separarse. ¡Cuántas cosas cotidianas y valiosísimas nos fueron robadas! Esos paseos por la plaza, los juegos de los chicos y el fulbito con los muchachos que nos permitía ver cómo le hacíamos una gambeta al mismísimo Messi y al Diego en el mismo partido.
El boliche, la plaza, el mate y el cumpleaños suspendido nos esperan, los abrazos con palmadas calurosas llenas de amor fraternal volverán a su imperio de amistad eterna e incondicional. 
Soñamos con las rutas profundas detrás del volante devorando kilómetros, hasta divisar esa luz melancólica y amiga de una estación de servicios, oasis de paradas para los incansables viajeros. 
Parece que los recuerdos llenan de lágrimas esas miradas melancólicas tras el vidrio de las ventanas empañadas por reiterados suspiros. 
Pongamos en real valor toda la libertad que gozábamos y que, por cotidiana, poca importancia le dábamos.  ¡Cuánto poseíamos casi sin saberlo!...
Hoy cae la noche, y nos encontramos en el cielo de las oraciones agnósticos y creyentes rezando por igual, elevando nuestras oraciones al Gran Padre para que nos permita  volver a jugar nuestro inocente juego de hombres y mujeres deseosos de retornar al hemisferio de afecto y dicha que el COVID-19 nos quiere hurtar. 
Mañana, mate de por medio, volverán los apretones de manos juntas en la construcción de la humanidad que todos merecemos. El mal ingresará al lodoso pantano del que jamás debió emerger. 
¡Los abrazos jamás se olvidan, pronto volverán como las flores perfumadas en los jardines de los ideales humano!

              Máximo Luppino

0 comentarios: