Sobre el inmenso telón azul de nuestro cielo profundo se yerguen poderosos los siempre verdes follajes de augustos pinos. Ordenadamente dispuestos en doble fila lineal, se asemejan a una noble guardia pretoriana que guarda silenciosos secretos.
El viento sacude ceremoniosamente sus altas ramas, como si hamacara dulcemente a los duendes que reposan en su fresco continente. Todo es mucho más de lo que parece ser. La esencia crea las formas para su manifestación. Pero a la vez el espíritu, que todo lo abarca, esboza consciencia despierta por doquier. Vemos al cielo azul, pero sabemos que no es azul, sólo se trata de una “travesura” visual; pero si el cielo tendría tonalidades, seguramente estarían presentes todos los colores con matices deslumbrantes capaces de ser apreciados por miradas más agudas que las humanas.
La ciencia y el arte no se contraponen, más bien, se complementan. Son dos senderos que conducen al mismo puerto. La ciencia guarda la poesía de lo aún no descubierto, mientras la prosa acaricia la métrica de la dulzura sin fin. En el preciso momento que creemos en la lealtad comenzamos a transformarnos en leales. Cuando CREEMOS en una idea la estamos cualificando. Es decir, le damos vida en nuestra mente. Un gran académico puede comprender el proceso por el cual las plantas crecen y nos brindan el tan precioso oxígeno para vivir. Pero es un hombre casi asfixiado el que valora en su inmensa totalidad el maravilloso hálito de vida que retorna revitalizador a sus pulmones.
Permitamos que nuestra mente cabalgue los sueños de ideales “utópicos”. Lo que hoy parece imposible seguro mañana será una realidad cotidiana. Existieron en el pasado los días donde a los individuos les parecía imposible volar, pero los intrépidos de siempre soñaron, desearon y remaron sin pausa hasta que el hombre pudo volar, La “utopía” se tornaba en realidad palpable. ¿Cuántos “imposibles” de hoy serán realidades del mañana? Sueña, sueña con esperanza, jamás dejes de soñar…
El cielo de la realización espiritual plena reposa en ese jazmín blanco que en las mañanas nos saluda con su embriagante fragancia de ternura sin fin.
¡El cielo de la felicidad se encuentra en el corazón de todos!
Máximo Luppino
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario