Los enemigos de la sociedad mutan de modalidades, la delincuencia azota a la población con demencial violencia. Entraderas, arrebatos, secuestros virtuales y concretos son sólo algunas de las formas delictivas que flagelan a una comunidad que desea vivir con auténtica seguridad. Los desafortunados “linchamientos”, la mal llamada “justicia por mano propia”, no es otra cosa que una reacción de la gente que se siente impotente ante la impunidad de los malhechores y que le pide a gritos al Estado que ejerza su función indelegable.
El mal que reside en los narcotraficantes salpica de sangre y dolor la ilusión de nuestros mejores anhelos para el futuro de nuestros hijos.
Los “linchamientos” no son cosa nueva, solamente se están propagando por todo el país como un ejercicio inadecuado de compensación ante cierta justicia que parece mimar a los delincuentes y acosar al contribuyente.
El gobernador, Daniel Scioli, decretó la emergencia en seguridad en la provincia de Buenos Aires. Sin duda, la primera lectura sobre esta determinación es positiva; toda vez que el primer mandatario provincial reconoce el auge de una ola delictiva sangrienta.
De alguna manera, esta determinación de Scioli lo planta en el centro del ring ¿Deberá pelear con más de un contrincante? Muchos aseveran que son por lo menos tres los escollos a sortear. En primer lugar y el más importante es el problema es sí, la INSEGURIDAD; disminuir los delitos que se cometen de forma concreta y notoria. El segundo inconveniente redunda en la posición práctica que tomarán algunos miembros de poder político nacional que aún no reconocen de forma concreta lo que es inocultable: El aluvión delictivo. La posible tercer valla a sortear es la posible actitud que tomará la oposición política de Daniel Scioli; léase de aquellos presidenciables que públicamente le desean éxito en esta cruzada, pero que saben que de tener saldo positivo en frenar el delito la población podría ungirlo como ganador en la disputa electoral del próximo año.
¿Estará la clase dirigencial argentina a la altura de las circunstancias?
El delito NO reconoce jurisdicciones, produce profundo escozor escuchar a encumbrados funcionarios nacionales pretendiendo deslindar responsabilidades en cuestión de narcotráfico y de seguridad ¿Acaso no somos todos habitantes de una misma Nación? Es indigno forzar mayor recaudación nacional y mirar para otro lado cuando el pueblo reclama compromisos de gobierno.
Lo que suceda en los próximos días nos marcará el rumbo concreto que tomaremos como país. Quiera DIOS que renunciemos a nuestras mezquindades para forjar el bien común.
Máximo Luppino.
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