Inflación: un camino al hambre

domingo, 21 de febrero de 2016


“Sólo le pido a DIOS que la inflación no le sea indiferente a Prat Gay, es un monstruo grande y pisa fuerte el pobre sueldo de la gente”


Amablemente y con sano respeto tomamos prestada la letra del popular León Gieco de su siempre vigente canción: “Sólo le pido a DIOS” adaptándola a la dura realidad nacional. Es que la inflación es en verdad un fenómeno singularmente malvado que deglute vorazmente el sudor del trabajador, convirtiendo un salario en mezquinas limosnas de un capitalismo salvaje.  

Los poderosos económicamente pueden esperar, apenas ganan menos de lo habitual; pero la gran masa popular se ve acorralada y pronta a entrar en un estado de desesperación. Cumplir trabajando todos los días y ver que el jornal no puede saciar el apetito de los hijos produce verdadera y genuina rebeldía.

Tanto no se pide, sólo que el pan cueste mañana lo mismo que ayer. Sólo le pedimos a los “sabios” de la economía, a esos que estudiaron y hablan fluido el  inglés y que adoran el mundo de las inversiones y finanzas, que detengan la carrera especulativa demencial que conduce a los trabajadores a comprar útiles para sus hijos en 12 cuotas. Una bofetada a la dignidad obrera.

Las bondades de la macroeconomía no siempre se convierten en el necesario sustento de un  proletariado que comienza a mirar de re-ojo a un equipo económico que parece encontrarse más preocupado en agradar a los Fondos Buitres que a nuestros trabajadores ¡Los docentes esperan ilusionados un sueldo que les permita educar sin afligirse diariamente por el pan que deben llevar a su hogar!

¡Sólo le pedimos a DIOS un justo salario!...

 ¡Esperemos que Prat Gay no sea ateo!

  Máximo Luppino 

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