Esperando la “lluvia de dólares” desterramos de nuestra cotidianidad paragüas, sombrillas y pilotos para así poder empaparnos abundantemente con las bonanzas sin límites de la verde seductora moneda internacional.
Según Mauricio con la liberación del cepo cambiario las inversiones serían brutalmente obscenas en nuestro país ¡Pero nada pasó!...
Luego nos explicaron que las precipitaciones monetarias descenderían gustosas, chicharracheras sobre nuestras indómitas pampas luego de “acordar pago” con los holdouts. Efectivamente pagamos, los fondos buitres se alimentan hasta el hartazgo, pero por estas latitudes el pluviómetro se encuentra seco, ¡ni una tenue garua financiera cayó desde los cielos yanquis!...
Ahora sí, al canto de “segundo semestre” el aguacero de gringas divisas nos acribillarán de inversiones. Claro es que la grata ilusión está chocando con el paredón gigantesco de tarifas brutales, con creciente desocupación, y con una inflación que supera el 40%. La verdad aparece ataviada con su dorada capa de realidad, y la árida sequía parece pronunciarse.
Ya Macri, cual un “vidente del pasado”, anuncia que será un año difícil. Quizás, de seguir por este rumbo de desencuentros con el mundo del trabajo, será un mandato presidencial complicado con aroma a fracaso y frustración.
Las callosas manos obreras añoran sus puestos de trabajo, evocan los días de empleo y acción plena en sus puestos de laboriosa dignidad. Quitar empleo a un individuo es como arrebatar de un violento sacudón una flor de su sitial de belleza en el luminoso rosedal.
El invierno se aproxima con sus desoladas grises nubes de profundo frio, sólo comparable al rostro angustiado de un niño cuando ve a sus padres sufrir.
El “segundo semestre” está pronto a entrar en escena con sus manos vacías. Sólo un puñado de promesas de campaña lo secundan. Mientras, la calle está muy dura y desolada, agrietada por la falta de la tan mentada lluvia de dólares.
Máximo Luppino
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